Powered by Mis Coquetas Disegn
Alicia Leisse
  • Inicio
  • TRABAJOS
  • Noticias
  • Contacto

Taller de Directores de Enseñanza.
¿Cuál es el analista que queremos formar?

Taller de Directores de Enseñanza. 
​¿Cuál es el analista que queremos formar?
[1]

Alicia Leisse de Lustgarten[2]​
 
El  intercambio que hoy nos convoca es más que bienvenido. Las condiciones específicas en los diferentes tramos de la historia, las  problemáticas que  atendemos de creciente complejidad así como la realidad social que acontece, son variantes centrales a la hora de replantear el tema sobre la formación analítica; en esta oportunidad desde la vertiente del analista que queremos formar. Luce pertinente preguntarnos desde nuestra experiencia; pero también considerar otras perspectivas. El analista de los comienzos de la era psicoanalítica o los que siguieron o  el que tiene cada región, incluso cada país, no es el mismo; aun cuando su práctica clínica obedezca  a principios similares.
 La clínica que atendemos es el lugar donde la teoría queda interrogada,  invitando una y otra vez a afinar nuevas aproximaciones. Ninguna teoría, y menos en su inseparable aplicación clínica, son permanentes o invariables. Pero además el  sujeto que atendemos es un ser de cambio también en función del contexto en el que se inserta.
 Es lo que hoy encaramos. Las nuevas patologías, organizaciones psíquicas que se despliegan con un discurso particular en el que abunda  lo no representable, así como  la creciente  injerencia de la realidad que lleva al sujeto a “sobreinvestirla para protegerse de ella” (Marucco, 2009) comprometen los movimientos libidinales  interviniendo  en las condiciones del campo analítico. Son evidencias que invitan a repensar el psicoanálisis del mundo contemporáneo con un analista que inventa espacios de ligadura, que convoca al deseo  y que favorece hilvanes asociativos en procura de tejido psíquico. El analista de hoy, si bien con su vestir neutral, es conminado a intervenir, no solo a descubrir; también a agregar, acompañando a su paciente a reescribir una historia que sigue, no solo a develar la recorrida.  Hay un salto radical en el entendimiento del inconsciente como algo a descifrar de ese otro inserto en el discurso, circulante y artífice también de nuevos lenguajes. Pensar, o más bien que el paciente se piense, es con frecuencia una tarea central, pero muy empinada. Parecieran épocas donde el tuétano psíquico no se consolida o se arriesga en otros derroteros. Ello mismo lleva a ensanchar la técnica y a procurar nuevos abordajes. La realidad asoma como variante fundamental que alcanza de lleno al que solicita ayuda; pero también al que se dispone a darla.  Yo diría, que hoy por hoy,  es central  el padecimiento social que interviene en un suceder psíquico empobrecido y tambaleante. Herramientas para responder a demandas nuevas o a aconteceres singulares convocan a los analistas noveles y no tan noveles para ensanchar la respuesta.
Pero estamos hablando de analistas y no de pacientes. Nos referimos a la capacitación y al instrumento afinado que compete procurar para trabajar con  nuestros analizandos. Lo que aquí enfocamos es quien es el analista del presente inmediato y del futuro por venir. En los inicios,  los preceptos de la formación eran unos pocos; todo estaba por hacerse y lo que fue terreno de los Institutos fue tomando forma procedimental  hasta reglamentarse el trípode del entrenamiento psicoanalítico. El Instituto Psicoanalítico de Berlín fue el primer centro de Formación de psicoanalistas del mundo dentro de los marcos de la Asociación Psicoanalítica Internacional. Se consideró la necesidad de un análisis personal  llamado didáctico, por cuanto competía al análisis de psicoanalistas ya establecidos y principiantes. La Comisión Didáctica fundada en marzo de 1923, formuló las primeras normas de formación, estableciendo dos años de seminarios y el seguimiento de un caso clínico de manera supervisada. Desde ese entonces, todo hizo historia. Pienso que el interrogante del que hablamos en cuanto a lo que sigue de la formación, ha estado. Un punto ilustrativo de referencia, pero también de disensión, han sido los modelos de formación establecidos: Eitingon, primero 1956;  el francés después de 1971 y el uruguayo 1997. Surgen por la necesidad,  no solo de definir parámetros que aplican al training; también para ajustarse a las particularidades de cada región y a los criterios que acuerdan para su implementación. En algún momento, una suerte de mandato estipuló que solo se podía acoger un modelo, lo que tampoco fue sostenible, y hoy por hoy  un número de institutos combinan los modelos para así suscribir lo que hace a una construcción propia del entrenamiento, dentro de los parámetros de la IPA; pero también para responder a lo que son las particularidades del entorno.
En la década de los 80, colegas del mundo psi de Europa del Este donde el psicoanálisis había sido proscrito, elevan su voz y activan  acciones prohibidas en la era del comunismo para validar la existencia de Sociedades Psicoanalíticas, a la vez que develan movimientos propios  en un número creciente de países separados tras la caída del muro. Estas realidades dan lugar a  la impensable pero creciente variante de una formación que no solo se sostenía en el trípode presencial,  clamaba la formación a distancia. La implementación de nuevas procedimientos y las variantes en la formación harán efecto en la identidad psicoanalítica. Candidatos que viajan, que interrumpen sus rutinas laborales y familiares, que supervisan a distancia, que se atienden en marcos analíticos condensados, que participan de seminarios en 3 escuelas anuales y otros Institutos regulares, tendrán una identidad marcada desde esas variantes. Es una generación de analistas que también  requieren de un entrenamiento que atienda culturas que se reconstruyen, pueblos que se reinventan, que han atravesado crisis sociales recientes: guerra, divisiones, migraciones.
En  nuestra región latinoamericana surgió también el pedido de formación en países  faltos de instituciones  psicoanalíticas, en procura de caminos fuera de los anales de la pura psiquiatría o las practicas centradas en el escenario de lo consciente. Era mandatorio definir una educación psicoanalítica dentro de la realidad latinoamericana y no remedar criterios de otras regiones que no se conjugaban  de la misma manera. La respuesta comprometida no se hizo esperar. Dificultades y obstáculos no faltaban,  pero insistía el pedido de un  entrenamiento de cara al sujeto en su entramado psíquico.
En nuestra región, es un hecho que la relevancia creciente de lo social como escenario de dificultad y urgencias traen nuevos discursos; pero sobre todo, convocan al analista a una clínica que sale del diván para responder a problemáticas ineludibles.  Marucco, destaca la desocupación, la exclusión social, las adicciones. Agreguemos las catástrofes naturales, las desestabilizaciones sociopolíticas, las migraciones, los niveles de pobreza, la desigualdad social.  Ello a la par que la demanda del psicoanálisis disminuye, tanto en los que buscan beneficios terapéuticos como los que optar por la formación psicoanalítica. Son diversas y diferentes las razones: hoy prevalecen la búsqueda de profesiones más lucrativas. La competencia en el campo de las terapéuticas se multiplica para responder a algunas variantes sociales que demandan respuestas cortas y rápidas. (Berenstein, 2003) señala muy certeramente que los psicoanalistas disponemos de herramientas para atender el espacio individual y familiar, pero no contamos con una operación psicoanalítica propia para el espacio público. Los analistas de hoy y de mañana requieren de ello para atender un espectro que también les compete.
Llevemos la pregunta al terreno clínico y técnico. A mi manera de ver quedan interrogadas casi todas sus ventanas, no tanto para descartarlas; pero si para repensarlas y atender el entorno que reciben los candidatos. Nuevos pacientes acuden, renovados  encuadres aplican,  ensartando figuras otrora inadmisibles. Una candidata ve una niña mutista y una de sus sesiones ocurre en el salón de clases donde la analista observa lo que pasa con su paciente y lo toma para material de trabajo al tiempo que  solicitara acompañar ese proceso en una supervisión oficial.  La mayoría de los aplicantes jóvenes se mueven en espacios institucionales donde deben encarar grupos, tratamientos cortos; además de supervisar a estudiantes más jóvenes o atender tareas académicas. Si bien no siempre aplican tratamientos analíticos, la comprensión que da el método, abre nuevas puertas a la causa del sujeto. ¿Cómo se entiende la transferencia? ¿Cuál es el dialogo analítico? ¿Cómo  operan  la abstinencia y la neutralidad en épocas en que la  realidad  irrumpe y ambos miembros son afectados por sucesos que competen al diario vivir?
 Analistas y  candidatos que siguen la formación a distancia dan cuenta de lo que sigue convocando renovadas aperturas.
Oigamos:
“La discusión interdisciplinaria es mandatoria. Analistas que  actualicen sus conocimientos permanentemente, que estudien los nuevos retos teóricos y técnicos que traiga la época,  manteniendo los principios básicos  del Psicoanálisis.  Es decir un  psicoanalista que vaya  más  del aspecto ético del deseo a la ética societaria, comunitaria”.
“¿Queremos formar analistas con una sola orientación psicoanalítica o queremos formar analistas que se comprometan con una variedad de puntos de vista y formarse una identidad analítica gracias a la interacción de su apertura con  su propia experiencia interna?”   
 
Paro aquí; corresponde la discusión.
 
Referencias bibliográficas
 
Berenstein, I., Fernandez, Ana. M. y Urquijo, H.: (2003) Herramientas para pensar nuestras catástrofes cotidianas EN Clínica Psicoanalitica ante  las catástrofes sociales. Buenos Aires: Paidós, págs. 85-95.
De Leon, d. B., B (2009) La formación psicoanalítica en un contexto de pluralismo teórico y técnico. Revista Latinoamericana de psicoanálisis. Vol. 9/2010.
Marucco, N,  C. :(2009) Desafíos para el psicoanálisis del siglo XXI. En la clínica, la metapsicología y la técnica. Sep.
Max Eitingon - Wikipedia, la enciclopedia libre  http://es.wikipedia.org/wiki/Max_Eitingon


[1] Buenos Aires, 30 Congreso Latinoamericano de FEPAL
​[2] Miembro Titular en función didáctica de la Sociedad Psicoanalitica de Caracas, IPA y FEPAL, Directora del ILaP
Con tecnología de Crea tu propio sitio web único con plantillas personalizables.
  • Inicio
  • TRABAJOS
  • Noticias
  • Contacto